Tal y como hablamos en el anterior debate, la transmisión de valores es importante en la educación, puesto que ayuda a disminuir conflictos, propicia la socialización y la integración de todos los chicos o chicas e incluso ayuda a mejorar el rendimiento escolar. En ese sentido, desde la Plataforma de Infancia, consideramos necesario también el desarrollo de habilidades sociales y emocionales que permitan aprender para vivir y ser felices. Es lo que se denomina inteligencia social y emocional.
Aunque es difícil dar una cifra exacta del número de niños y niñas que sufren acoso escolar, algunos expertos, como Javier Pérez Aznar, especialista en orientación escolar y presidente de la plataforma No al Acoso escolar, indican que uno de cada cuatro alumnos españoles lo sufre. De hecho, estudios como el de National Poll on Children’s Health aseguran que es una de las fuentes de estrés más importantes a las que se enfrentan los menores de edad.
Este organismo sondeó a 875 niños norteamericanos de entre los 9 y los 13 años, y las fuentes de estrés mencionadas eran las notas, el colegio y los deberes (36%), la familia (32%) y los amigos y amigas, los compañeros y compañeras, los chismorreos y las burlas (21%). Sin embargo, tal y como señala el último cuaderno de FAROS Sant Joan de Deu, “¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia”, ninguna de las estrategias con que contaban para sobreponerse de esas situaciones de ansiedad, “tenía que ver con la introspección o la capacidad de calmarse a uno mismo”, fruto de la inteligencia social y emocional. Así, mediante este estudio se demuestra que es posible que tanto acosadores como acosados, no sean capaces de comprender sus emociones, algo imprescindible para modificar así sus comportamientos.
La inteligencia emocional es la habilidad para tomar conciencia de las emociones propias y ajenas, y la capacidad para regularlas. Es muy importante trabajarla desde niños y niñas, tanto en la escuela como en la familia, dos de los espacios donde mejor se aprende a desarrollar habilidades sociales y emocionales que permiten vivir desde la tranquilidad y la aceptación.
El aprendizaje social y emocional (ASE o SEAL, por sus siglas en inglés), se define como “el proceso a través del cual aprendemos a conocer y a manejar las emociones, a cuidar de los demás, a tomar buenas decisiones, a comportarnos de forma ética y responsable, a desarrollar relaciones positivas, y a evitar comportamientos negativos”.
Este tipo de aprendizaje contribuye, según indica el cuaderno de FAROS, “a mejorar el comportamiento y la asistencia escolar, y a promover la diversidad y erradicar el bullying, la violencia y el racismo”.
Para ello, es necesario que esa educación parta desde la familia, puesto que son las relaciones familiares donde más captan los niños y las niñas las emociones: las madres y padres deben ser un referente para ayudar a desarrollar las competencias emocionales, un aprendizaje que se debe continuar en la escuela, implicando a toda la familia.
Las neuronas espejo
Las neuronas espejo nos permiten conocer los estados emocionales de los que nos rodean. El científico italiano Giacomo Rizolatti se considera uno de los precursores en estos estudios, puesto que su investigación, a principios de los 90, permitió observar cómo en el cerebro de un simio, unos sistemas de neuronas se activaban cuando ejecutaba una acción. Sorprendentemente, esas mismas neuronas eran las que se activaban en el cerebro de otro simio que observaba la acción.
Mediante esas neuronas que nos ayudan a conocer lo que otros sienten, podemos desarrollar la inteligencia emocional y social. Ésta, debe trabajarse desde las primeras etapas de la infancia en la inteligencia social y emocional, pero también en la adolescencia porque los y las adolescentes necesitan autoafirmarse, valorar sus capacidades y limitaciones, tomar sus propias decisiones, etc. “El profesor, con sus actitudes y comportamientos, puede generar un clima de seguridad, respeto y confianza ante los alumnos, muy adecuado para desarrollar la inteligencia emocional en el aula”, indica FAROS.
Desde Plataforma de Infancia nos preguntamos, a través de la campaña “Tu experiencia… crea escuela” por qué es importante educar en inteligencia social y emocional ¿Qué beneficios tiene? Queremos debatir sobre la situación de la educación y para ello nos gustaría conocer tu opinión. ¿Conoces alguna experiencia? ¡Cuéntanosla! Entra en Crea Escuela