En el Día Mundial del Refugiado, que se celebra cada 20 de junio, conmemoramos su fuerza, valor y perseverancia. Esta celebración nos brinda la oportunidad de mostrar nuestro apoyo a las familias que se han visto obligadas a huir.
Los conflictos armados y la violencia obligan a millones de familias a abandonar sus hogares para salvar sus vidas, en la actualidad presenciamos los niveles de desplazamiento más altos jamás registrados.
Las personas refugiadas son personas que huyen del conflicto y la persecución. Su condición y su protección están definidas por el derecho internacional, y no deben ser expulsadas o devueltas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo.
Una cifra sin precedente de 65,6 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. De los casi 22,5 millones de refugiados, más de la mitad son menores de 18 años.
El organismo de las Naciones Unidas para los refugiados, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), lanzó la campaña #ConLosRefugiados en junio de 2016 para pedir a los gobiernos que colaboraran y cumplieran con su deber en relación con los 65,6 millones de personas que se encuentran en esta situación.
El número de niños y niñas que migra ha ido aumentando y los flujos migratorios se hacen cada día más complejos. Según revela el Informe Infancias Invisibles publicado por Save the Children en 2016, se mezclan los niños y niñas migrantes, víctimas de trata con fines de explotación y aquellos que escapan de guerras y persecuciones. Además, cada vez son más jóvenes: del 2000 al 2015, los migrantes menores de 4 años aumentaron en un 41%”, destaca el informe.
Los niños y las niñas no pueden esperar
La Plataforma de la Infancia ha venido alertado sobre la situación que viven los niños y niñas que buscan refugio en Europa. Estamos ante la “mayor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial y por ello resulta urgente que políticos españoles y europeos tomen acciones legales y eviten que esta crisis de refugiados se convierta en una guerra contra los derechos humanos.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967
Los refugiados se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967 constituyen los instrumentos legales únicos que amparan la protección internacional de los refugiados. Según sus provisiones, los refugiados merecen como mínimo los mismos estándares de tratamiento que el resto de extranjeros en un país y, en muchos casos, el mismo tratamiento que los nacionales.
La Convención de 1951, que define quien es un refugiado, contiene una serie de sus derechos y también pone de relieve sus obligaciones hacia el país de acogida. La piedra angular de la Convención es el principio de no devolución. De acuerdo con este principio, un refugiado no debe ser devuelto a un país donde se enfrenta a graves amenazas a su vida o su libertad. Esta protección no puede reclamarse por los refugiados que están considerados un peligro razonable para la seguridad del país, que hayan sido condenados por un delito particularmente grave o que se consideren un peligro para la comunidad.
Los derechos contenidos en la Convención de 1951 incluyen:
- El derecho a no ser expulsado, excepto bajo ciertas condiciones estrictamente definidas;
- El derecho a no ser castigado por entrada ilegal en el territorio de un Estado contratante;
- El derecho al empleo remunerado;
- El derecho a la vivienda;
- El derecho a la educación pública;
- El derecho a la asistencia pública;
- El derecho a la libertad de religión;
- El derecho al acceso a los tribunales;
- El derecho a la libertad de circulación dentro del territorio;
- El derecho a emitir documentos de identidad y de viaje.
Algunos derechos básicos, incluido el derecho a ser protegidos contra la devolución, se aplican a todos los refugiados. Un refugiado adquiere el derecho a otros derechos cuanto más tiempo permanezcan en el país anfitrión, derecho basado en el reconocimiento de que cuanto más tiempo permanecen en calidad de refugiados, más derechos necesitan.
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados se estableció el 14 de diciembre de 1950 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Agencia tiene el mandato de dirigir y coordinar la acción internacional para proteger y resolver los problemas de los refugiados en todo el mundo. Su objetivo principal es salvaguardar los derechos y el bienestar de los refugiados. Se esfuerza por garantizar que todos puedan ejercer el derecho a solicitar asilo y encontrar refugio seguro en otro Estado, con las opciones de regresar a sus hogares de forma voluntaria, de integrarse locamente o de reasentarse en un tercer país.
El mandato del ACNUR se distingue de otros agentes humanitarios, porque proporciona protección internacional a los refugiados que no gozan de la protección de sus gobiernos. También reconoce que se necesitan la cooperación y el apoyo internacional para complementar los esfuerzos del país anfitrión, que tiene la responsabilidad primordial de satisfacer las necesidades de los refugiados.