Pediatras y profesorado madrileños han notado un aumento en los síntomas de desprotección en la ciudad de Madrid, estos profesionales son quienes suelen alertar a los organismos oficiales sobre los casos detectados.
Crecen las denuncias ciudadanas, «normalmente la alerta llega a través de los colegios o las consultas médicas, aunque también está aumentando el número de casos que se detectan por denuncias de ciudadanos, por ejemplo, vecinos que ven a un niño en una situación preocupante y avisan a los servicios sociales», explica el jefe del departamento de Protección a la Infancia del Ayuntamiento de Madrid, Emiliano Marín. Los expertos achacan el incremento registrado a la «mayor concienciación de los ciudadanos sobre los derechos de la infancia y a una mayor capacidad de absorción de los expedientes».
Los centros de atención a la infancia (CAI) han tenido que incrementar su actividad ante el aumento de casos de desprotección, atienden a los menores y asesoran a sus familias sobre los cuidados que necesitan los niños y las niñas.
En 2013 los ocho CAI de la capital atendieron a 13.494 menores, un 4,8% más de los que asistieron en 2012 (12.879 niñas, niños y adolescentes) y un 23,9% más que en 2011 (cuando pasaron por allí 10.893 menores), según datos facilitados por el área municipal de Familia y Servicios Sociales.
El Ayuntamiento considera que un menor «se encuentra en situación de desprotección cuando tiene necesidades básicas (físicas, cognitivas, emocionales o sociales) sin satisfacer durante un tiempo suficiente como para provocar un daño significativo en su salud y desarrollo», según el Manual de intervención de los servicios sociales municipales para la protección de menores.
El desamparo de los menores madrileños se debe sobre todo a «negligencia de los cuidadores» (el 29% de los casos, según el registro municipal). Son niñas, niños y adolescentes a los que no se atiende adecuadamente en su hogar, con lo que presentan carencias de alimentación, higiene o salud. En el siguiente escalón (con un 20% de los expedientes) se encuentran los menores que han sufrido maltrato psicológico o abandono emocional, por malas acciones de los progenitores o por descuido. En menor medida, a los centros de atención a la infancia también llegan niños que han soportado maltrato físicos y abusos sexuales, o menores con conductas agresivas hacia sus padres.
Otro factor que puede haber influido en el boom de niños desamparados es la crisis, el aumento de la pobreza y las carencias materiales de muchas familias. «La desprotección de los niños está relacionada con la mayor desprotección de las familias. Los padres tienen más dificultades y eso les impide ofrecer un cuidado idóneo a los chavales. En muchos casos, les desatienden porque no les queda más remedio, aunque eso afecta irremediablemente a la estabilidad emocional de los niños», apunta Gema Santiago, coordinadora de proyectos de la Federación Injucam, que incluye asociaciones que trabajan con niños, niñas y adolescentes de hogares con pocos recursos.
El informe de Unicef La Infancia en España 2012-2013 eleva hasta el 18,9% el porcentaje de menores madrileños en riesgo de pobreza (sus familias viven con menos del 60% de los ingresos medios de los hogares de la región). Sin embargo, los especialistas consideran «injusto asociar la desprotección infantil con la pobreza». Según Marín, «existe un estereotipo que asocia el descuido de la infancia a situaciones marginales y familias sin dinero, pero en realidad no siempre es así, sino que estos casos se dan en todos los grupos sociales. La crisis puede estar en la base de la conflictividad, pero no es el factor esencial: hay hogares pobres que tratan primorosamente a sus niños y otros de clase alta que se comportan negligentemente».
Además, los trabajadores sociales distinguen entre los padres que dejan desprotegidos a sus pequeños «porque no quieren ejercer su responsabilidad y los que los descuidan porque no pueden o no saben hacerlo mejor«. En el primer caso se incluyen los malos tratos físicos y emocionales intencionados, o el abandono total del menor. En estas situaciones, se suele retirar la custodia a los padres y el niño pasa a ser tutelado por la Administración o se concede el acogimiento a otros familiares del menor. Los trabajadores sociales consideran que gran parte de los casos son recuperables, por lo que los CAI reúnen a las familias y las asesoran mediante psicólogos y educadores sociales. «Se trabaja con los niños y con los padres, para que aprendan cómo tratar bien a sus hijos, que establezcan vínculos con ellos, orientarles sobre el método de educación. En definitiva, el eje de nuestro trabajo es conseguir que se conviertan en unos padres competentes», explica Marín, durante 2013 los centros de atención a la infancia municipales asesoraron a 16.877 adultos.
Artículo original escrito por Mario Toledo y publicado en el Diario 20 minutos