Más de la mitad de los 64 millones de niños y niñas que no van a la escuela primaria son niñas.
Hace unos meses, la cantautora Rozalén y Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos, viajaron a Guatemala con Entreculturas para conocer la realidad de las niñas. Allí conocieron a Kimberly, joven guatemalteca de la zona rural que sueña con ser locutora y que vio vulnerado su derecho a la educación durante años.
19 de septiembre de 2019. De los más de 262 millones de niñas, niños y jóvenes que no pueden ir a la escuela en todo el mundo, 64 millones deberían estudiar primaria. Más de la mitad son niñas: ellas sufren una doble discriminación en su derecho a la educación, por la desigualdad de acceso a las mismas oportunidades, y por el contexto de refugio, violencia, pobreza o exclusión en el que muchas viven.
Entreculturas, organización miembro de la Plataforma de Infancia, trabaja en 37 países defendiendo y protegiendo a miles de niñas y niños en situación de refugio, violencia, pobreza o exclusión, haciendo posible que tengan acceso a la educación. Cada vez que una niña se sienta en la silla de la educación multiplica su capacidad de tener una vida digna, aumenta la posibilidad de escapar de la violencia, disminuye la probabilidad de un embarazo temprano y duplica sus opciones de tener recursos propios y acceder a otros derechos.
El informe Seguras para aprender en libertad, ilustra y reivindica el modelo de educación que Entreculturas promueve y defiende para proteger y empoderar a las niñas en el mundo. La violencia de género hacia ellas es una de las barreras más determinante y limita el ejercicio igualitario de sus derechos. La escuela, espacio privilegiado en el que hacer realidad sus derechos, tiene que estar preparada para protegerlas al mismo tiempo que debe servir para construir otro modelo de relaciones y, por tanto, de sociedad. Esto es lo que Entreculturas muestra con su silla roja vacía que este año quiere representar el lugar que las niñas deberían ocupar y las posibilidades que la educación ofrece a la infancia que sufre mayor desigualdad.
Hace unos meses, la cantautora Rozalén junto a la intérprete de la lengua de signos Beatriz Romeroviajaron a Guatemala con Entreculturas para conocer la realidad de las niñas. Allí conocieron a Kimberly Chivalan, una joven guatemalteca de la zona rural de Totonicapán que, como muchas otras niñas de su comunidad, ha tenido que pelear desde su infancia por su derecho a la educación. La joven guatemalteca ha experimentado la violencia de una sociedad donde impera la idea de que “para qué van a estudiar las mujeres, si después de todo, a ellas las van a alimentar”. Una visión patriarcal en donde la educación de las niñas es vista como un gasto y no como una inversión, y mucho menos como “la llave y la clave del futuro”.
La sombra de la violencia amenaza a más de 240 millones de niñas en todo el mundo, provocando graves secuelas psicológicas, físicas y sociales que las marcan para siempre y las alejan de su infancia y sus oportunidades de futuro. Kim, y el resto de niñas de Totonicapán, tienen que hacer frente a constantes peligros tanto en su entorno familiar, donde “hasta los propios padres pueden llegar a humillar y dañar a sus hijas”, como en el educativo, “teniendo miedo a caminar a la escuela por si hay violadores o gente que les pueda robar o dañar”.
Durante 5 años, Kim se vio obligada a alejarse de las aulas. Cuando tenía 12 años tuvo que dejarlo todo e ir a trabajar como cocinera a otra ciudad para ayudar económicamente a su familia. Estuvo alejada de su familia y de la escuela y sin embargo, nunca abandonó la esperanza de volver a ella. Cuando regresó a su casa, Kim insistió en retomar sus estudios, a pesar de las dificultades. Así fue como Kim, tras luchar contracorriente, consiguió ingresar en el Instituto de Educación Radiofónica y dar un paso de gigante hacia su sueño, ser locutora de radio.
Guatemala es uno de los países en los que Entreculturas trabaja, junto a Fe y Alegría, promoviendo la protección y el empoderamiento de las niñas a través de espacios para el acompañamiento y la atención psicosocial en los centros educativos.
Fotos: Daniela Morreale/Entreculturas